Mis inicios

Entonces me llamaba Mónica Manzanares, de profesión economista y actuario en una Consultora de Seguros (profesión que ejercí durante 20 años), antes de decidirme a cambiar de vida). Madre de 2 hiijos maravillosos, pero con una relación de pareja que ya no funcionaba, y que cada vez iba bajando más mi autoestima. Envuelta siempre la misma rutina, de la que no tenía ni idea de cómo salir, hasta que a raíz de la enfermedad de una familiar muy cercano, conocí Reiki, que quise aprender para ayudarle. 

Reiki fue el inicio de mi proceso de cambio… Lo que me abrió las puertas a un sin fin de técnicas energéticas y de crecimiento personal que poco a poco fui conociendo.

Cuando me inicié como Maestra de Reiki, supe que ya nada iba a ser igual. Tomé la decisión de dejar aquella relación que no funcionaba, y comencé a compaginar mi trabajo de oficina con los cursos de Reiki que daba en el salón de mi casa, cuando mis hijos se iban a pasar el fin de semana con su padre.

Abriendo mi primer centro

El Reiki me llevó al Chamanismo… Técnicas energéticas mucho más dirigidas a proyectos y temas concretos, con una potencia que nunca hubiera esperado. Y a partir de ahí, se precipitaron los acontecimientos. 

Cuando terminé mi formación en Chamanismo Inca, busqué la oportunidad de abrir mi propio centro en Madrid, y conseguí abrirlo de una manera sencilla. Era un centro de tan solo 40 metros cuadrados, que monté con mucha ilusión con un compañero de la formación chamánica con el que me asocié. 

Pero antes de un año, mi socio me comunicó que abandonaba el centro y me propuso cerrarlo. Sin embargo, no abandoné, sino al contrario, me volqué mucho más en mantener mi centro, que ahora dirigía yo sola, mientras continuaba mi formación en Coaching y en otras técnicas energéticas. 

Poco después, me despidieron del mi último trabajo de oficina, que aún compaginaba con la actividad en mi centro. Y fue entonces cuando tuve la seguridad de que ya nada iba a volver a ser como antes, de que quería y podía continuar por este nuevo camino que había elegido.

Mi gran salto

Yo seguía trabajando y aprendiendo, haciendo cada vez más trabajos energéticos tanto sola como en grupo. Mi nombre ya era Yara, el nombre de mi espíritu. Y tenía el sueño de que algún día tendría un gran centro en la naturaleza, en el que pudiera hacer retiros, hogueras, noches de gong… No sabía cómo lo iba a conseguir, pero sabía que lo conseguiría. 

Y un día recibí la llamada de esta Nueva Tierra… Una llamada de un amigo diciéndome que fuera a ver un chalet  que había visto que vendían muy cerca de donde él vivía. Un lugar precioso, que en cuanto lo vi, supe que era Mi Lugar.

Así que busqué la forma de trasladarme de centro, y en 3 meses lo inauguré, pasando de aquellos 40 metros cuadrados, a este precioso lugar de más de 2000 metros, con un enorme potencial.

Desde entonces, ofrezco mi ayuda a muchas personas que, como tú, desean hacer cambios importantes en su vida, con la seguridad de que ¡¡es posible!!.